viernes, 31 de diciembre de 2010

Publicado en Clarín el 31/12/2010

OBRAS Y PROTECCIÓN PARA RECUPERAR CINES DE BARRIO
Movidas vecinales por cuatro clásicas salas. En el cine El Plata, de Mataderos, arrancaron los trabajos para convertirlo en centro cultural. Y hay normas para resguardar al Gran Rivadavia, de Floresta; el Aconcagua, de Devoto y el Pueyrredón
Por Nora Sanchez
La cruzada vecinal para recuperar los cines de barrio está dando algunos resultados . El Ministerio de Cultura porteño inició obras para reabrir el cine El Plata, de Mataderos. Y la Legislatura porteña aprobó una ley que protege al Gran Rivadavia, de Floresta, y otra que declara sitio de interés cultural al Pueyrredón, de Flores. Mientras, existe un proyecto para declarar de utilidad pública al Cine Teatro Aconcagua, de Devoto.

Desde 1896, se abrieron 300 cines en la Ciudad , que entretuvieron a varias generaciones con sus tardes de películas en continuado. Pero a partir de los 90, languidecieron y muchos, cerraron. No pudieron competir con los multicines, los videos y DVDs , y la piratería. Ahora los vecinos luchan para recuperarlos.

El cine El Plata, recordado como “el Gran Rex de Mataderos”, cerró en 1987. En 2004, los vecinos juntaron firmas y lograron que lo comprara el Gobierno porteño, durante la gestión de Aníbal Ibarra, con el compromiso de hacer un centro cultural. Pero el Gobierno macrista inició obras para transformarlo en un CGPC, que fueron frenadas por la Justicia gracias a un amparo pedido por los vecinos. Para entonces, sólo quedaban las escaleras de mármol.

Ahora, el Ministerio de Cultura comenzó trabajos para recuperar la sala como el Complejo Cultural Cine El Plata. En una primera etapa, que tomará seis meses y requerirá $2.879.330, 28, habilitarán un microcine para 180 personas en la planta alta. Además, acondicionarán el hall central de triple altura, pondrán en valor la fachada, y reconstruirán techo y medianeras. La segunda etapa, que durará un año y demandará más de $ 3 millones, prevé habilitar un cine teatro para 360 personas en la planta baja.

“Asumimos el compromiso de recuperar un cine histórico de barrio y comenzamos a ejecutar este proyecto de puesta en valor para que sea, además, un espacio cultural que pueda cobijar múltiples actividades”, anticipó el ministro de Cultura, Hernán Lombardi.

Tras la mala experiencia anterior, los vecinos desconfían. “Hasta ahora, sólo sacaron escombros, desmalezaron y limpiaron. La jueza Gabriela Seijas, que es la que intervino en su momento, estuvo en el cine y dijo que va a volver el 22 de febrero. Y que espera ver al menos la nueva cubierta de la sala”, dice el vecino Alberto Dileo.

En otros casos, intervino la Legislatura, que aprobó leyes de protección para las salas . Pero el futuro de éstas depende de que alguien esté dispuesto a comprarlas y reabrirlas. Es el caso del cine teatro Gran Rivadavia, de Floresta, cerrado desde 2004. Los diputados porteños aprobaron una ley que lo cataloga con protección cautelar, impulsada por Silvina Pedreira (Bloque Peronista) y Sergio Abrevaya (Coalición Cívica). “La catalogación es un avance, pero el Gran Rivadavia sigue tapiado –dice Claudia Carlassara, de Salvar a Floresta–. Estamos intentando que el Estado Nacional lo compre. Y que reabra, no tanto como cine, sino como teatro , para traer las obras del centro al barrio”.

Fabián Pérez, que hace nueve meses reabrió el Cine Parque Xacobeo en Villa del Parque, está interesado en recuperar el Gran Rivadavia. “Para abrir el Xacobeo, recibí un aporte de España de 8.000 euros. Ahora tienen ganas de ayudarme con éste”, afirmó.

“La ley protege la fachada, no el interior del edificio. La idea es que no demuelan al Gran Rivadavia, no tanto para preservar el edificio sino su actividad cultural”, detalla Pedreira, también autora de un proyecto para darle una protección similar al cine Aconcagua.

En el caso de este último, hay otro proyecto de Rubén Campos (UCR) para declararlo de utilidad pública y que el Gobierno porteño lo compre. “Ya pasó de la comisión de Cultura a la de Presupuesto –cuenta María Llabote, de la Asociación Civil Aconcagua–. Estamos esperanzados, pero la compra no es fácil porque el inmueble es caro. Queremos un proyecto que nos incluya . En el barrio hay muchos artistas y necesitan una sala”.

Para los vecinos, los cines son parte de su identidad. “Mis primeras salidas de adolescente fueron al Gran Rivadavia –recuerda Elena Hidalgo–. Daban tres películas por el mismo precio y con mis hermanas pasábamos la tarde en el cine. No quiero que se pierda esa parte de mi infancia y de mi barrio”.